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martes, 27 de enero de 2015

La palabra del presidente.

Chimpay.- Braian Baez, joven chimpayense, destacado deportista y confeso amante del fútbol, publico en su cuenta de facebook un interesante cuento futbolero que despertó la atención de sus seguidores y amigos con sus consecuentes felicitaciones, incluso del intendente de la ciudad Gerardo Bravo.

Braian es un joven multifacético que ha incursionado en la literatura con un lenguaje coloquial despertando el interés comunitario tras efectuar una publicación en la red social.

Aquellos que espontáneamente sienten la inspiración de expresar por escrito sus saberes, experiencias o vivencias, a veces sin ser grandes literatos, dejan trascender la idiosincrasia de una comunidad.


Tal el caso de Roberto Quiroga,  también oriundo de Chimpay que con sus poesías ha logrado la  publicación de tres libros no solo en la provincia de Río Negro sino también en la Provincia de La Pampa constituyéndose en un verdadero orgullo para la comunidad.

Compartimos el cuento de Braian Baez: La palabra del presidente.

Era la nochecita de un miércoles cuando a Jorge lo llaman desde un club vecino para pedirle que se haga cargo de la primera ¡eh! exclamó al principio entre incrédulo y sorprendido. A él lo llamaban,  a él, que ni hacía un año que había colgado los botines, pero si, después de titubear algunos segundos aceptó ir a esa reunión.
El club Sportivo San Martín estaba en llamas, tras casi 70 años de historia, estaba en la debacle y hacia una década y moneditas que no ganaba ningún título.
Por otra parte, hay que decir que la hinchada seguidora del San Martin, era muy futbolera, pero tras muchos años sin ganar nada había dejado de ir a la cancha
-che, así que agarras el club,  le preguntaban los vecinos.
-no sé, esta fulera la cosa, respondía él y seguía caminando.
Allá en el Valle, de donde era el club,  las papas quemaban,  la institución estaba sin dirigentes, y una nueva camada de pibes comandada por un ex futbolista, comenzaría a resurgir. El flaco, que así le decían sus amigos,  era el tipo que quizás quería al club más que a su mismísima vida, se hizo cargo de esa papa caliente y, poco a poco,  fue renovando las esperanzas de un nuevo horizonte para el San Martin,  - “¡vamos carajo!”,  se escuchaba tras el primer partido ganado por el nuevo equipo que tenia jugadores muy buenos y otros no tanto, que como en todo equipo hay unos que la pisan y otros que te pisan.
El caso es que Jorge, el recién retirado,  había arrancado con el pie derecho su carrera como entrenador 3, 4, 5 partidos después las canchas explotaban de público para ver al San Martín. Todo el mundo hablaba de ellos, en los diarios locales, la tele, la radio le daban una manija que no te imaginas,  te digo más muchos tipos que en otros lados hasta ligaban guita para jugar, se querían venir. Era una locura eso hasta yo,  fíjate,  que soy más solitario que la mierda,  los fui a ver.
Estábamos cerca de las finales, mejor dicho en las semis, con la radio, el vino y mi viejo perro me aliste para ir a la cancha, domingo de invierno era, viento, frío, debo decir que me rompe mucho las pelotas el frio pero  bueno,  ahí estaba yo y otros 700 tipos más con sus familias viendo ese partido…
¡Qué cobras pelotudo! fue el detonante para que el lineman hiciera echar al 5 del clu, si porque club dicen los finolis, esos que vienen de la capital. Pero siguiendo con la historia que si no va a quedar larguísima, quedamos con 10 y los guanacos esos se nos venían con todo,  no sabes, a la cancha había que ponerle esas señales que anuncian que el suelo estaba inclinado para nuestro arco, la reventaban y a los 3 segundos la tenían otra vez quemándoles las patas, estábamos mal, pero viste cuando te llegan por todos lados y no te embocan es por algo. A la primera de cambios ¡pumba! un centro llovido al área de ellos, un revoleo de patas que no sabes,  la calza Gonzales, un burro que juega de dos y la clavo de zurda y a cobrar.
Los monos esos se abrazaban, lloraban y yo nada, ahí mudo nomas, para no quedar como un boludo, grite “gol” y nada más, si enserio,  nada más. Termino el partido y habíamos ganado,  una felicidad tenían todos esos tipos y Jorge estaba radiante, contento tiraba piñas al aire, no sé,  no te lo puedo describir viejo,  pero la cosa fue que todo el pueblo se fue cantando,  saltando y felices a sus casas y yo nada,  me fui silbando bajito y pensando, si,  porque aunque estoy viejo,  a veces pienso boludeces,  bah, como me jubile hace meses estoy al pedo viste.
La semana siguiente el pueblo metido entre las bardas del Río Negro no hablaba de otra cosa que no fueran esas benditas finales sí, porque acá es como en la Copa,  se juegan dos chicos,  uno de local, otro de visitante y si se empata y bueno viejo a los penales… Jorge, que vivía en el pueblo vecino,  bah, creo que todavía vive,  hace mucho no lo veo al Jorge,  él estaba un poco aislado de todo ese fervor que envolvía a los del San Martín.
Los bares se llenaban de gente para discutir sobre quiénes y cómo debía jugarse el domingo…
-¿Al Juli le dieron 3 fechas no? Pregunto el Rulo.
-Sí, y al Emi seguro también le dieron un par mas, decía el Gato.
-Huy, estamos hasta las manos ahora,  pensaban todos.
Bueno la cosa es que llegó el tan ansiado domingo.
-¿Como mil personas vinieron hoy no? Preguntaba el pibe que laburaba para la radio.
-Si boludo, ¿no las ves?  le respondía el flaco que recordemos era presidente del clu,  llegó la hora del partido y ahí estaba yo, sin el perro,  porque en el bondi no lo puedo llevar viste como es esto y de ahí no me acuerdo mas, solo sé que empecé a mirar ese partido que tuvo de todo,  mmmmm si yo te contara viejo, de todo tuvo el partido turba, multas, expulsados,  de todo no falto nada, pero pará, escúchame una cosa,  cuando me apiolé de que el partido había terminado y me doy vuelta, veo a todos llorando y a los de Independiente los vi festejando.
¿Podía haber pasado eso que yo me temía que estaba pasando?
¿Habíamos perdido?
¿El destino era capaz de tendernos esa trampa?
Bueno la cosa es que la gente,  más allá de la derrota,  volvió al pueblo y esperó a los jugadores en el club,  para aplaudirlos y sacarse el trago amargo de la derrota con unas cuantas cervezas.
-No llores boludo el otro campeonato se nos da, le decía el flaco a Jorge y te lo juro que yo lo escuche diciéndole que lo iban a mantener en el cargo, si lo escuche yo también, aunque esté viejo y un poco sordo, pero lo escuche carajo.
Dos semanas después, en el bar de Peña, cuando tras varios vinos uno se pone borracho, y un poco pendenciero,  discutíamos de futbol y escucho “Viste, vos viste como lo echaron a Jorge”. Yo me paro y pregunto ¿eh?
Pero como, no había escuchado yo decirle al flaco que lo iban a mantener en el puesto y no sé que, todavía no puedo deducir esa voz, pero escuche clarito a alguien que dijo
-Es la segunda final que pierde viejo y se tenía que ir.
Me paré, pagué la cuenta y nunca más volví a tocar el tema.

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