"En este año
invitados, primero por el Papa Benedicto XVI y ahora por el Papa Francisco,
vivimos un llamado especial a renovar nuestra FE. “Felices los que creen” nos
dice Jesús. Felices entonces nosotros por este regalo de la FE.
Ceferino Namuncurá
nos reúne como Pueblo de Dios, nos mira y lo miramos. Ese encuentro con
Ceferino se hace más real cuando como peregrinos depositamos la mirada sobre su
imagen, allí descubrimos algo maravilloso: la ternura y la cercanía de Dios. Esa
ternura y cercanía de Dios es lo que Ceferino vivió y es lo que él nos contagia
de una manera especial en esta
peregrinación. Con Ceferino creemos en el amor de Dios Padre que se hace visible
en su Hijo Jesús y presencia hoy en el Espíritu Santo.
Qué regalo grande
vivir en la certeza del amor de Dios. Cuando recorremos las cartas que Ceferino
escribió a su familia y amigos encontramos expresiones que manifiestan su
alegría por el don de la FE. “estoy muy contento y doy gracias por conocer y
creer en Dios”.
Como peregrinos “Con
Ceferino compartimos la alegría de la FE” y esto nos invita a:
- vivir la alegría de creer.
“Estén siempre alegres” nos recomienda San Pablo. Ser creyentes y estar alegres
van de la mano. .Alegría que nace de saberse amado por Dios, alegría que crece
al pertenecer a una familia que es la Iglesia, alegría que se manifiesta en dar
y, más aún, en darse. El Papa en su viaje misionero entre los jóvenes desde el
Santuario de la Virgen de Aparecida de Brasil nos decía: “el Cristiano es
alegre, nunca triste. Dios nos acompaña. Tenemos una Madre que intercede
siempre por la vida de sus hijos, por nosotros. El Pecado y la muerte han sido
vencidos”, cuántos motivos grande para estar siempre alegres. Una alegría que
nace de realidades y convicciones profundas y no superficiales y pasajeras.
Esto es lo que nos regala la FE y por eso estamos alegres!
-
compartir la Fe, ser misionero. La FE que no se
comparte se muere. Compartirla con palabras y obras. En Aparecida los Obispos
nos dicen: “conocer a Jesús es el mejor regalo, darlo a conocer con nuestra
palabra y obras es nuestro gozo”. Nuestro gozo es entonces compartir la FE, ser
misioneros. Compartirla sobre todo con los hechos de la vida, hechos que
muestran nuestra FE. Dice el apóstol Santiago: “¿De qué le
sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso esa
fe puede salvarlo?, ¿De qué sirve si uno de ustedes, al ver a un hermano o una
hermana desnudos o sin el alimento necesario, les dice: «Vayan en paz,
caliéntense y coman», y no les da lo que necesitan para su cuerpo? Lo mismo
pasa con la fe: si no va acompañada de las obras, está completamente muerta”
(2,14-17). Ceferino nos da ejemplo, su vida fue de pocas palabras o más bien de
palabras justas y oportunas que se hacían realidad en su vida. Cuando, por
ejemplo, dice “quiero ser útil a mi gente”, emprende luego el fatigoso camino
del estudio que lo obliga a dejar su familia, su tierra, … O cuando dice “tengo
que perdonar”, da entonces el primer paso hacia aquel que lo ofendió. O cuando
descubre el valor de “la humildad”, enseguida se pone en la actitud de
preguntar “¿qué debo hacer?” y luego le pone el cuerpo. O cuando descubre “¡qué
bueno es Dios!”, no deja luego de buscar conocerlo más con el catecismo, la
escucha de la Palabra, la oración, los sacramentos. Muchos otros ejemplos
podemos encontrar en la vida de Ceferino que nos muestran qué significa
compartir la FE y ser misioneros. El ejemplo de Ceferino nos empuja a una FE llena de frutos que se comparte con
la palabra y el ejemplo. Con Ceferino queremos ser misioneros de nuestra FE, él
nos ayuda, no lo dudemos, Dios nos lo pone como compañero en este camino
misionero".
P.O. Esteban Laxague
Chimpay, agosto 2013
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