lunes, 20 de agosto de 2012
“La creación don de Dios y casa de todos”
CHIMPAY.-El Obispo de la región Esteban María Laxague presentó un escrito que fundamenta el lema de la “42º Peregrinación a Chimpay” y que además será la carta que distribuirán los jóvenes entre los devotos que lleguen a la localidad los días 24, 25 y 26 de agosto. A continuación el texto.
“La creación don de Dios y casa de todos”
Andando con un grupo misionero hacia la meseta Somuncurá hicimos un alto en el camino visitando la casa de un poblador. En su humilde casa de adobe nos reunimos junto a un tímido fuego que entre llamas y humo nos ofrecía el agua a punto para el mate. La ronda del mate se armó, de vez en cuando una palabra, luego un largo silencio acompañado por el canto de alguna calandria, o el balido de las ovejas. En un momento dado uno de los misioneros preguntó: ¿abuela usted cree en Dios?. Y ella tomando del brazo a esa joven la llevó hacia fuera y se escuchó: “mire hija, ¿qué ve?, mire esa montaña, y el agua del manantial, y el sol, y los animalitos … ¿cómo no voy a creer en Dios?. Escuchando a esta anciana quedé pensando: de verdad, “toda la creación habla del Señor” “qué magníficas son las obras del Señor”
Estoy seguro que más de una vez Ceferino Namuncurá aquí en Chimpay, junto a su Río Negro, habrá pensado así. En la pobreza en que vivía con su familia ciertamente valoró, y mucho, el monte y el agua que les brindaban alegría y alimento, el cielo con el sol y la luna que señalaban el día y la noche cuidando así la vida. Ceferino admiró y gozó todo ese grandioso universo que les regalaba la Patagonia.
Con Ceferino queremos contemplar la creación y descubrirla como don de Dios, todo salió de su manos, de su amor que es más grande que “las estrellas del cielo y las arenas del mar”. Toda la naturaleza nos habla de Dios, podemos decir que es el primer libro que Dios escribió para manifestarnos quién era El, mucho antes de enviarnos a su propio Hijo Jesús.
El mismo Jesús nos invita a “mirar” la creación. “Miren los pájaros del cielo, miren las flores del campo ….” Y cuántas veces para hablarnos del Padre Dios y de las cosas importantes de la vida utiliza la naturaleza.
Con la creación nos habla Dios y también nos manifiesta su proyecto sobre ella: que sea la “casa de todos”, donde todos podamos vivir como familia, donde haya un lugar para todos.
Ceferino en su corta edad ya percibió y sufrió que la naturaleza tan pródiga no era la casa de todos En su propia tierra, en Chimpay, ya no había tierras disponibles para que su gente viviera dignamente, y tuvieron que emigrar forzadamente hacia la cordillera. No había lugar para ellos por la indiferencia, la ambición y el afán de tener de otros.
Podemos afirmar que: quien se adentra en la creación sin verla como regalo y voz de Dios se vuelve prepotente, mezquino, “ladrón” y destruye al mismo tiempo el magnífico proyecto de Dios “que sea la casa de todos”, que los bienes de la tierra nos hagan crecer como familia humana.
Entre el ser humano y el medio ambiente hay una íntima alianza que nace de Dios Creador. Como seres humanos tenemos que descubrir la naturaleza como madre. De cómo miramos y tratamos la creación surgirá la manera de mirarnos y tratarnos entre nosotros, de allí que hace algunos años el lema de la jornada mundial de la Paz nos desafiaba diciendo: “Si quieres cultivar la paz, cuida la creación”
El Papa Benedicto XVI nos dice: “Cuando Dios, con la creación, ha dado al hombre las llaves de la tierra, espera de él que sepa usar de ese gran don haciéndolo fructificar en modo responsable y respetuoso”. Solamente así con responsabilidad y respeto esa naturaleza que nos alberga y que hemos recibido como un don será capaz de ser la casa de nosotros y de nuestros descendientes. Por eso lejos de nosotros todos esos proyectos que priorizan los intereses de unos pocos en desmedro de las necesidades de la familia humana de hoy y de mañana, esos proyecto productivos y extractivos que “explotan” la naturaleza y al retirarse dejan grandes pasivos humanos y ambientales, como la desocupación, pueblos sin vida, agotamiento de algunas reservas naturales, deforestación, empobrecimiento de las tierras para los cultivos y la ganadería, cráteres, cerros triturados y aguas contaminadas. Por eso es urgente cultivar en los gobernantes y habitantes todos actitudes de cuidado, de responsabilidad, de sobriedad y de solidaridad frente a todo lo que nos regala la naturaleza. Esto nos exige crecer en un diálogo en la verdad, con estudios serios y una opción decidida de que los bienes de la creación son para todos.
Termino rezando: “Ceferino Namuncurá misionero de tu pueblo, ayúdanos a cuidar y defender la tierra, el agua y el aire, para que sea posible un “mundo habitable”, donde todos podamos vivir como hijos de Dios y hermanos entre nosotros, anticipando así el “cielo nuevo y la tierra nueva que el Padre Dios nos tiene preparado y que vos ya gozás”. Amén.
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